Arte y Gestalt, verte de forma diferente.

Arte y Gestalt,  verte de forma diferente.



El ser humano ha empleado el arte como modo de expresión incluso antes de que apareciera el lenguaje verbal. El arte supone una forma diferente de bucear dentro de nosotros mismos, de explorar nuestros “yoes” más profundos. Posee un efecto integrador del ser humano puesto que contempla la parte mental, emocional, física y espiritual.
Los orígenes los podemos encontrar desde los tiempos de las cavernas. Ya en ese momento los seres humanos creaban expresiones artísticas que representaban sus modos de vida, sus costumbres, plasmando en las paredes de las cuevas sus imágenes y sus percepciones. Desde entonces, el arte es una herramienta mediante la cual el hombre se expresa, conecta con su ser, plasmando sus sentimientos y por tanto aliviando de sus dolores físicos, emocionales o espirituales.
A través de diferentes manifestaciones artísticas: pintura, teatro, modelado, collage, danza, escritura, música, etc expresamos lo que guardamos en nuestro interior. Nuestros conflictos, miedos, angustias, necesidades, frustraciones, anhelos, sueños… afloran cuando nos dejamos llevar por la obra que estemos representando.
En Arteterapia Gestalt nadie más que el autor interpreta la obra. El terapeuta ofrece una serie de instrucciones o consignas y ejercicios a realizar, pero es la persona la que sabe lo que su trabajo significa, independientemente de que luego se compartan los resultados con el terapeuta o con el grupo.
 Por ello es importante que el trabajo se desarrolle sin hablar, que no se produzcan interrupciones externas que puedan sacar al “artista” de la conexión con su tarea. Es mediante la actividad creativa como la persona llega a la realización consciente del ejercicio, en el cual se manifiesta la parte más inconsciente.
Además, no se requiere de unas brillantes dotes artísticas, ni que el resultado de la obra tenga un gran valor artístico. Sin ser necesarias grandes habilidades ni conocimientos plásticos, la obra es siempre valiosa porque nace de la autenticidad del creador. Para lo cual se hace fundamental que el trabajo se haga con la suficiente espontaneidad, responsabilidad, conciencia y sinceridad.
El mayor valor es lo que la persona rescata de su interior, lo que descubre y los cambios que se producen dentro de él. Una vez adquirida conciencia, es necesaria una buena dosis de autorresponsabilidad: que la persona se comprometa consigo misma para llevar a cabo ciertas correcciones en su manera de actuar.
Pero es, observando la creación y reflexionando sobre la misma como el terapeuta y el paciente ven reflejado el mundo interno y establecen dónde se encuentra el desequilibrio. Los elementos artísticos son la base para tomar conciencia y sobre la cual posteriormente se empezarán a efectuar cambios que se trasladarán al día a día. Por tanto, requiere de un compromiso por parte del paciente, dado que es él quién se ha de responsabilizar en su proceso sanador. Es  una técnica de desarrollo personal, de autoconocimiento y de expresión emocional. Actualmente ha ampliado su ámbito de actuación, sirviendo igualmente para procesos de cambio, como vía de autoconocimiento y para desarrollar ciertas habilidades como la creatividad, percepción, intuición, etc.  utilizan la terapia artística para abarcar áreas en las que una terapia verbal no alcanza. Cada vez se emplea más en residencias de ancianos, colectivos con problemas de integración, con deficiencias psíquicas, o con enfermos psiquiátricos, etc. También   en enfermedades como el estrés, la ansiedad, la fibromialgia o los trastornos alimenticio.
En los niños es igualmente eficaz para paliar el fracaso escolar, trastornos de atención u otra serie de dificultades que muchos niños tienen en la actualidad. Además, gran parte de la pedagogía Waldorf, está basada en fundamentos similares en los que el arte como método pedagógico ha aportado interesantes resultados.


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