Cuento para reflexionar, El pinito





EL PINITO



Éste era un pinito que había nacido en medio de un bosque.Mirando a los otros árboles de espeso follaje y comparando sus hojas picudas y cortantes, se lamentaba: Todos mis compañeros tienen hermosas hojas carnosas y tiernas.  Las mías son duras, tiesas y picudas Sólo por causarles envidia  -decía-  quisiera yo que mis hojas fueran de oro.
A la mañana siguiente, cuando amaneció, se quedó maravillado. Las hojas de oro que deseaba adornaban  sus ramas. Qué contento se sentía. Los árboles de los alrededores comentaban entre sí:
! El pinito se ha vuelto de oro¡ 
Y un ladrón que pasaba en esos momentos por el bosque dijo al oírlos:
¡Un pino de oro! Pues será mío.
Como temía ser visto a la luz del día, volvió por la noche con un costal y arrancó todas las hojas de oro sin dejar una sola. Las guardó en su costal y se fue. Al día siguiente, cuando amaneció, el pinito se vio desnudo de hojas y se puso a llorar:
¡Ya no quiero hojas de oro porque vienen los ladrones y se las llevan todas!.
"Mejor las quisiera de vidrio, por que el vidrio brilla también y no es codiciado como el oro".
Al día siguiente, cuando amaneció, se vio cubierto con las hojas que deseaba. Muy contento se dijo en voz baja :
En lugar de hojas de oro, tengo hojas de vidrio. nadie me molestará.
Y todos los vecinos lo miraban y decían:
¡ El pinito se ha vuelto de vidrio!

En la noche se desencadenó la tempestad; sopló el viento con violencia y a pesar de las súplicas del árbolito, le rompió todas sus hojas de vidrio. Cuando a la mañana siguiente el pinito se dio cuenta completa del desastre, volvió a llorar como la víspera:
¡Ay! ¡qué desgraciado soy!  ¡Otra vez estoy desnudo! ¡Me robaron mis hojas de oro, me rompieron mis hojas de vidrio! ¡Qué desgraciado soy! Mejor quisiera tener hojas carnosas, verdes y tiernas como todos los árboles del alrededor.
A la mañana siguiente, cuando salió el sol, se vio adornado con las hojas que deseaba. ¡Qué contento estoy!
Dijo:
—nadie me molestará y los árboles vecinos decían:

!El pinito está igual  que nosotros¡

Pero a poco rato llegó una hermosa cabra con sus chivitos y, viendo al pinito tan grande y apetitoso,  llamó a sus pequeños y les dijo:
¡Vengan, hijos míos, que he encontrado algo bueno!
Y entre la cabra y los chivitos en un momento dejaron pelón al pobre árbolito. Al día siguiente, cuando amaneció, viéndose desnudo por tercera vez volvió a llorar como un chiquillo:
¡Qué triste estoy!. Ya estoy desnudo otra vez!  Me han robado mis hojas de oro; me rompieron mis hojas de vidrio, y se comieron mis hojas verdes y tiernas ¡Qué triste estoy! Mejor quisiera tener mis hojas picudas y cortantes que a nadie se le antojan.
Cuando amaneció, los deseos del pinito se vieron cumplidos nuevamente. Mirando sus viejas hojas duras y cortantes  se sintió feliz y satisfecho. Y los árboles vecinos, oyéndolo cuchichear, se dijeron en voz baja:
El pinito ya está como antes, como debe ser un pino de su familia: Sin disfraces.


Cuento de Noemí Weller. Del libro  ESPAÑOL.México. 1994.
Reflexión:Aceptarse tal cual uno es, con sus virtudes y sus defectos, dejándonos de comparar con el alrededor, cada uno trae una misión en éste mundo y lo importante es ver y conocer cual es la nuestra, de forma contraria perdemos el tiempo de nuestra existencia dejando de ser, por aparentar ser.

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