Perdonar es sacar toda la basura que alguien dejó en ti.




“El perdón es la fragancia que derrama la violeta en el talón que la aplastó." Mark Twain

¿Estás dispuesto a dejar de juzgar las acciones y a las personas, y vivir una vida de perdón, que es lo mismo que una vida de amor?
Cuando surgen pensamientos obstructivos, practica el pensamiento opuesto.
Principio del proceso al perdón. Primero dejé de pensar en las situaciones y en las personas como malas. Cada vez que me venía un pensamiento negativo a la cabeza lo cambiaba por uno positivo relacionado con esa persona, o con las enseñanzas que me pudieron traer esas situaciones. Se convirtió en una disciplina que practicaba a diario y me di cuenta de que perdonar no cambiaría mi pasado, pero que haría más feliz mi vida presente. Comprendí poco a poco que comenzaban a abrirse las puertas a la humildad, al amor, la sencillez, la paz, la alegría, y que de ninguna forma cabían ya en mí pensamientos negativos hacia otras personas.   Hoy decido perdonar  y lo hago.

Aquí te dejo un ejercicio que  yo recibí y me ayuda en momentos de enfados con otras personas, y perdono si , pero no para ser buena gente, perdono porque  me hace bien a mi, perdono por mi, no por el otro. La otra persona si se entera , ni le interesa, en ocasiones cuando hay ocasión de hablar en directo mucho mejor, pero otras personas no tienen disposición  y hay que respetarlas.
Busca a un amigo de confianza o elige un cojín (simulará a la otra persona) para realizar este ejercicio.

“Piensa en algo que te duela mucho y donde haya otra persona involucrada. Quizás se trate de lo peor que te ha pasado en tu vida, alguien que según creas te haya hecho mucho daño.
Ahora, piensa en una situación específica, un momento difícil, importante, que crees haya sido el detonante de tu dolor.
Cuando ya lo tengas localizado, cuéntale la historia a la persona  que tienes delante. Por muy difícil que sea, hazlo. No importa que llores. Si te pasa, respira por un momento y continúa. Tienes 10 minutos para esto.

Luego quiero que regreses a tu asiento y medites serenamente durante tres minutos mientras te concentras en tu respiración. Escribe en tu agenda que pensamientos recorren tu mente, que emociones estás atravesando y cómo se siente tu cuerpo.

Cuando te hayas calmado, sin pensar en los sentimientos como la ira, la venganza, el dolor, el odio o cualquier otro que te pudo haber venido al contar tu historia, haz esta segunda parte del ejercicio.

Ponte en el lugar de esa otra persona que te hizo daño. Ahora es el turno de contar la historia como si fueras esa persona que tanto te ha hecho sufrir. Te toca pensar en por qué lo hizo y defender su actitud. La persona que tienes enfrente actuará como si fueras tú, y rebatirá tus palabras, pero tú seguirás explicando el porqué de todo lo que pasó.” 
 Para algunos, ponerse en el lugar de esa otra persona y defender su actitud había sido una revelación total. Para otros fue una liberación de algo que los había oprimido desde hacía mucho tiempo. Unos pocos siguieron sin aceptar la actitud, a pesar de buscar todas las ideas posibles para defenderla. Sin embargo, aceptaron el hecho de que había sucedido, pero que todo pertenecía al pasado.
Cuando me di cuenta del daño que me estaban haciendo en mi vida, los rencores y la ira que sentía hacia otras personas, decidí que era hora de perdonar.
Comencé por mí misma y dejé de culparme por todo el tiempo que viví siendo infeliz. Eso me fue más sencillo. Perdonar a otros era un paso superior. 


Perdonar el pasado no es olvidar, es darle una oportunidad al futuro.



Tampoco fue tomar la decisión y actuar. Perdonar es un camino: tomas la decisión y cada vez que pienses en esa persona o situación, expresas tus sentimientos. Con pensar en el perdón no basta, hay que pasar a la acción y dispensarlo de verdad, hasta que te lo crees, hasta que ya es un hecho, y hasta que haya desaparecido de tus pensamientos toda idea negativa. Debes añadir hábitos a tu vida que te faciliten esta tarea. Convertir el odio en amor es una característica de personas fuertes, y tú puedes hacerlo. 

Si en cada persona que nos “hace” algo, viéramos un mensajero para nuestro crecimiento espiritual, la vida no solo sería menos complicada, sino que estaríamos extendiendo nuestros límites para aprender a perdonar hasta las más graves faltas.

Una persona que hace mal es una persona inconsciente de sus actos, por tanto, es una persona  que no actúa con conciencia que lo hace desde donde mejor sabe hacer las cosas.. Nadie en su sano juicio hace el mal por el mal. Es su nivel de conciencia y amplitud metal,  la que la lleva a actuar de esa forma. 

 Sobre todas las cosas perdónate a ti mismo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quien Hace Lo Que Siente Gana Aunque Pierda

Cuento para reflexionar, El pinito

Desarrollar La Empatía En Nuestros Niños .