El Universo escribe recto con líneas torcidas.


El  Universo escribe recto con líneas torcidas.  


En éste post hablaremos de aprender a confiar en la vida teniendo una perspectiva más amplia de las circunstancias que nos rodean, porque lo que en un momento parece ser una desgracia, más tarde comprobamos que no hay mal que por bien no venga.  y así  comprobamos  hay que mirar  la enseñanza  que trae el tiempo. (es un cuento para reflexionar)
¿Existe realmente algún acontecimiento “casual” en la vida?
“Aprender a aprender” es, entre otras cosas, devenir capaz de intuir la intención del Universo en el sinuoso discurrir de los acontecimientos. Con esa clase de mirada interior se abre un camino de multiplicidad de experiencias que se intuyen como proceso dinámico y creativo de crecimiento personal y de expansión de consciencia.
Si para la Ciencia más vanguardista, los hechos han dejado de ser aislados y fortuitos porque todo el Universo conspira en cada instante a través de su “red de interrelaciones”, ¿cabe pensar en la casualidad? ¿no hay acaso una formidable Intención detrás de todo lo que sucede? Y tal Intención mayúscula, ¿no será acaso el Impulso Evolutivo que mueve el Universo desde el mismo Big Bang hacia su propia y trascendente autoconsciencia?
En realidad, el azar es el nombre que le damos a una ley todavía desconocida. Y sin duda, tal afirmación señala que todo está en todo y es a su vez causa de todo.
 El hecho de aprender a leer entre líneas lo que cada hecho, por negativo que parezca, trae a la vida, y a su vez lograr intuir los cambios que con ello se avecinan, supone el Aprendizaje por excelencia. 

Recuerda que no conseguir lo que quieres, a veces significa un maravilloso golpe de suerte. Anónimo
La evolución interior del alma humana se mueve con otros hilos distintos que los del mundo de las formas superficiales y externas. Los sucesos que vienen envueltos en frustración como, por ejemplo, el que no haya billetes para un viaje o bien que lleguemos tarde y “ya no se pueda”, tiene segundas lecturas para la “persona despierta”.
¿Quién no ha experimentado alguna vez un sabor agridulce ante el hecho de haber intuido la presencia de algo ajeno a su propia persona? ¿Quién no ha visto como cambiaban sus planes ante una “fuerza mayor”?
¡Atención a los momentos inesperados!  ¡Allí se encuentra nuestra gran oportunidad! Madre Teresa.

Cuando los acontecimientos que “nos llegan”, sean del signo que sean, son percibidos como oportunidades de la vida, de pronto ésta tiene sentido hasta en sus más mínimos detalles. 
En la vida no hay cosas que temer.  Sólo hay cosas que comprender.  Marie Curie
Y cuando sucede que los hechos que nos acontecen no satisfacen nuestros deseos,  lejos de activar el juego de la queja “¡Qué desgracia!” o bien al de la euforia “¡Qué gran suerte!”, prefiere observar y recrearse en un sabio y lúcido: “Puede ser, puede ser”.

Con el desarrollo de la capacidad de observación y desapego, no se evita la risa ni la lágrima, ni siquiera nos vemos encerrados en una aséptica barrera protectora mientras la vida pasa y no nos roza. Se trata más bien de subir y bajar con las olas del vivir, pero manteniendo interiormente despierto al Testigo como “punto de anclaje”. Un punto sólido e inamovible, desde el que observar las vueltas sutiles de la noria.
Las personas que han “aprendido a aprender” no pierden la perspectiva “global” de los acontecimientos, aunque se vivan plenamente en la experiencia “local” de sus circunstancias e intereses personales. El que ve las cosas desde lo alto de la montaña no hace juicios rápidos ni valoraciones cerradas de los acontecimientos que vienen y van. El hecho de contemplar el sinuoso orden del devenir supone apostar por la salida del “infierno mental” al que uno se ve sometido cuando pierde la Visión y se implica en el juego de las “aversiones y fascinaciones” del camino.
¿Quién se atreve todavía a juzgar que su amigo, su hijo o su hermano, han hecho una locura al decidir tal o cual cosa? ¿es que no está demostrado que a la “vuelta de la esquina” uno ve otras cosas que no se veían desde nuestra estrecha y miope perspectiva?
Tal vez, determinadas decisiones ajenas parezcan una locura para una mente que busque resultados puramente materiales. Sin embargo, de la misma forma que el cuerpo requiere de proteínas, los ámbitos más profundos del ser humano requieren alimentos tales como el amor, el entusiasmo, la trascendencia, el significado de la vida, la realización del Ser... 
Las etapas oscuras que atraviesa el alma humana en las que se busca alivio y claridad son víspera de grandes y satisfactorias aperturas. ¿Acaso el placer de un abrazo cálido no se valora más y se experimenta con mayor plenitud desde una previa experimentación del frío? 
En este sentido, la “opción resumen” ante la vida se llama: Confianza.
La confianza es una elección consciente por la que uno convoca los recursos que el Universo dispone para el que los demanda. La confianza aflora como resultado de vivir el presente y supone el verdadero antivirus del miedo. Se trata de un remedio al sufrimiento, aplicable en cada curva del laberíntico camino de “vuelta a casa”, también llamado Camino del Despertar.
Cuando lleguen noticias ¡atención a los propios procesos mentales! ¡atención a las fascinaciones y los rechazos! La “observación sostenida” de la relatividad de tales vaivenes llevan a la persona al conocimiento de sí misma. En realidad, los hechos que suceden son neutros, por el contrario, son tan sólo las interpretaciones de los mismos las que determinan nuestra felicidad o nuestra desgracia.
La citada interpretación no sólo es un asunto de la propia responsabilidad, sino que además, su constante optimización contribuye a la construcción de una mente feliz, con el consiguiente beneficio que también esto significa para todos los que nos rodean.


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