Cuento el hombre de las siete máscaras.
habla en forma
simbólica sobre la diferencia
entre el llamado yo social,
y el tesoro que se
esconde en la sombra.
Podéis ver más sobre abrazar nuestra sombra y la importancia de trabajar con
nuestro mundo reprimido en otros artículos del blog.
Cuentan que en un tiempo y
lugar inciertos, vivía un hombre
que creía ser feliz
con sus siete máscaras.
Una máscara para cada uno
de los siete días de la semana.
lugar inciertos, vivía un hombre
que creía ser feliz
con sus siete máscaras.
Una máscara para cada uno
de los siete días de la semana.
Cada mañana, cuando
salía a trabajar, cubría y
(creía que) protegía su rostro con
una máscara.
Al regresar a casa, descubría su rostro antes de acostarse.
Era tal su convicción que ni siquiera sabía por qué lo hacía, incluso para cada
día festivo tenía caretas especiales.
salía a trabajar, cubría y
(creía que) protegía su rostro con
una máscara.
Al regresar a casa, descubría su rostro antes de acostarse.
Era tal su convicción que ni siquiera sabía por qué lo hacía, incluso para cada
día festivo tenía caretas especiales.
Una noche, mientras dormía, un ladrón entró en su casa y se llevó todas
sus máscaras. Por la mañana, al darse cuenta del robo, desesperó
y se lanzó a buscar desesperadamente. Anduvo horas y días recorriendo,
la ciudad, buscando por los bajos fondos, denunciando a distintas autoridades…
pero el ladrón y sus máscaras no aparecían, de hecho no aparecieron nunca.
sus máscaras. Por la mañana, al darse cuenta del robo, desesperó
y se lanzó a buscar desesperadamente. Anduvo horas y días recorriendo,
la ciudad, buscando por los bajos fondos, denunciando a distintas autoridades…
pero el ladrón y sus máscaras no aparecían, de hecho no aparecieron nunca.
El ánima, representa lo asociado
a lo femenino en el hombre.
Suele ser una fuente de sabiduría oculta.
a lo femenino en el hombre.
Suele ser una fuente de sabiduría oculta.
Un día, desesperado ya de tanto buscar, se dejó caer en el suelo y lloró
desconsoladamente, como cuando era niño. Una mujer que pasaba por allí,
se detuvo, le miró a los ojos y le preguntó:
desconsoladamente, como cuando era niño. Una mujer que pasaba por allí,
se detuvo, le miró a los ojos y le preguntó:
– ¿Por qué lloras así?.
Nuestro protagonista, durante unos segundos quedó aturdido ante
esa presencia. Sus ojos profundos le resultaban familiares y lejanos a la vez.
Nuestro protagonista, durante unos segundos quedó aturdido ante
esa presencia. Sus ojos profundos le resultaban familiares y lejanos a la vez.
– Un ladrón me ha robado mi bien más preciado, mis máscaras, y sin
ellas mi rostro queda expuesto y tengo miedo, me siento débil y vulnerable.
ellas mi rostro queda expuesto y tengo miedo, me siento débil y vulnerable.
Ella le respondió:
– Consuélate, mírame bien, yo nunca llevé máscaras, tengo tu edad y vivo feliz.
– Consuélate, mírame bien, yo nunca llevé máscaras, tengo tu edad y vivo feliz.
Él la miró largamente, era una mujer de una belleza profunda, le recordaba
algo… pero no sabía qué.
algo… pero no sabía qué.
Ella se inclinó, enjugó sus lágrimas y le dio un beso en la mejilla.
Por primera vez en su vida, aquel hombre, sintió la dulzura de una caricia en su rostro.
Por primera vez en su vida, aquel hombre, sintió la dulzura de una caricia en su rostro.
Véronique Tadjo
Este relato que nos llega de esta escritora de Costa de Marfil, es una metáfora
transcultural que ilustra una dinámica muy corriente en nuestra sociedad
y más aún en el modelo de masculinidad que el patriarcado exige.
La supremacía del rol, el estatus, el “saber estar”, el yo ideal etc.…
por encima de la autenticidad y sus vulnerabilidades (mal entendidas como debilidades).
transcultural que ilustra una dinámica muy corriente en nuestra sociedad
y más aún en el modelo de masculinidad que el patriarcado exige.
La supremacía del rol, el estatus, el “saber estar”, el yo ideal etc.…
por encima de la autenticidad y sus vulnerabilidades (mal entendidas como debilidades).
Si bien el desarrollo de la historia difiere, el relato se nutre del mismo substrato
que el libro “El caballero de la Armadura Oxidada”. Y como casi siempre
suele suceder en las buenas metáforas, nos ofrece una solución, aunque
sea en forma simbólica (el lenguaje del subconsciente).
que el libro “El caballero de la Armadura Oxidada”. Y como casi siempre
suele suceder en las buenas metáforas, nos ofrece una solución, aunque
sea en forma simbólica (el lenguaje del subconsciente).
Para hallar esta solución, debemos reinterpretar, como en los sueños a qué parte
nuestra se refiere cada uno de los personajes. Es decir, todos y cada uno de los
protagonistas de los sueños que vivimos, son partes nuestras que nos hablan
desde su peculiar idioma. En los cuentos, es cierto que cuando el relato es
inspirador, podemos encontrar especiales resonancias en nuestro mundo
anímico a través de cada uno de los personajes. Sólo es el observador y su
momento presente el que puede determinar con qué momento de su
vida presente se relacionan.
nuestra se refiere cada uno de los personajes. Es decir, todos y cada uno de los
protagonistas de los sueños que vivimos, son partes nuestras que nos hablan
desde su peculiar idioma. En los cuentos, es cierto que cuando el relato es
inspirador, podemos encontrar especiales resonancias en nuestro mundo
anímico a través de cada uno de los personajes. Sólo es el observador y su
momento presente el que puede determinar con qué momento de su
vida presente se relacionan.
Comentarios
Publicar un comentario
Hola soy Ana, deja tu comentario ....