Autocrítica y Vergüenza excesiva, ¿Miedo al rechazo ?
En éste post hablaremos de la vergüenza excesiva y la autocrítica
que desarrollamos por un miedo encubierto y que todos tenemos en numerosas
situaciones. Todos tenemos miedo al rechazo y a todos nos ha afectado de
algún modo a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, si ese miedo es tan intenso que supone un
lastre en tu vida, es el momento de que empieces a mirarle a los ojos y
enfrentarte con él. Ya es hora de que dejes de no hacer cosas por el miedo al qué dirán o qué pensarán de
ti.
Como suele ser habitual en la mayoría de
comportamientos, su origen se puede explicar de dos formas: la innata (evolutiva)
y la adquirida. Probablemente tiene mucha más importancia la
segunda y en cualquier caso es la única sobre la que tienes margen de maniobra.
El miedo al rechazo es el temor que alguien experimenta cuando se
siente evaluado o juzgado por los demás. Puede surgir al declarar nuestro amor
a la persona amada, al intentar vender un producto a alguien o simplemente al
pedir un favor al desconocido. Este miedo provoca
dos tipos de respuesta:
O que evite exponerse a situaciones en las que sienta
que le pueden evaluar
La explicación evolutiva es que los seres humanos
hemos desarrollado una necesidad interior de ser aceptados y
de encajar en el grupo porque en el pasado ser rechazados del seno de una
familia o tribu podía suponer la muerte. Ir solo por la jungla a buscar
alimento puede ser bastante peligroso, ¿no crees?
La explicación es mucho más compleja y se basa en
todas aquellas experiencias que han dejado huella en tu carácter y personalidad
a lo largo de tu vida, como por ejemplo que la primera persona a la que pediste
salir te rechazara de forma cruel.
Es por este motivo que la reacción de pánico al rechazo se puede entender como
un condicionamiento negativo: con tal de evitar un estímulo
negativo como una mala cara, una negativa o un desprecio, evitas repetir
situaciones en las que has sido rechazado en el pasado.
El temor al rechazo también
se fundamenta en tu autoconcepto (cómo te ves a ti mismo) y
tu autoestima (cómo te sientes contigo mismo):
·
A todos nos gusta sentirnos gente guay. Si nos
rechazan la realidad choca con nuestro autoconcepto. ¿Cómo voy a ser
guay si no le gusto a la gente? Eso genera disonancia, conflicto
mental y afecta tu autoestima. Mina tu orgullo. No eres tan guay como crees.
Para evitar ese conflicto no te expones socialmente.
Finalmente entendí que la única persona a la que debo
gustar es a mí mismo, para ello debemos trabajar la autocrítica.
La autoestima no significa pensar que eres perfecto -por que nadie lo es- si no, saber que eres digno de ser amado y aceptado.
Mucha gente
tremendamente deprimida ha desarrollado su autocrítica en intentos de no
enfadar a la figura de autoridad que le castigará duramente si se enfada. Para
evitarlo empieza a controlar y monitorizar su conducta y a reprimir cualquier
enfado que surja, lo que le llevará a una falta de y a un aumento
de su ansiedad.
Cuando surge la
amenaza de un rechazo social o por parte de alguien querido, empleamos una
serie de alternativas para evitarlo entre las que se encuentran:
- Pedir ayuda para contar la protección y defensa
de alguien que nos quiere y nos aprecia.
- La huida, impulsada por el miedo que pone alas en
nuestros pies,
- El enfrentamiento, ayudado por la ira que nos da
la fuerza destructiva que necesitamos,
- La resistencia pasiva para la que creamos una
coraza corporal y emocional que intenta que el ataque nos haga el menor daño
posible.
- La sumisión, es decir, hacer lo que el otro
quiere que hagamos. De esa manera intentamos calmar a quien nos ataca para
que nos haga menos daño. Una de las cosas por las que más luchamos es por
llevar razón. Si se la damos a nuestro enemigo, nos atacará por otras
cosas; pero no por llevar razón.
La amenaza de un
rechazo se cristaliza por medio de una crítica destructiva y de la
descalificación. Si vemos que no podemos librarnos de la amenaza, podemos
emplear la sumisión para minimizar el riesgo, lo que implica aceptar la crítica
y hacerla nuestra, es decir, criticarnos a nosotros mismos. Aceptamos lo que
nos dicen para que, al menos, no se enfurezcan más por encontrar oposición a
que lleven razón. Si aceptamos sus críticas y sigue la amenaza, tenemos que
esforzarnos en cambiarnos como único medio de acabar con la amenaza de agresión
o de rechazo. Entramos así en un proceso de autoexigencia destructiva en el que
intentamos inútilmente cambiar algo malo que tenemos dentro de nosotros.
Ser conscientes de que
la autocrítica negativa está ligada a la respuesta de sumisión ante la amenaza
de un rechazo de los demás que no se puede evitar. Vemos que nuestra
autocrítica refleja lo que tememos que nos critiquen los otros.
Analizar la conducta que empleamos ante la amenaza de rechazo, por ejemplo, la sumisión o el ataque o la defensa pasiva, etc. y ver si es la alternativa más conveniente para afrontar la amenaza. Es posible que la autocrítica sea una estrategia aprendida en la infancia, que entonces fueron nuestra única salida, y todavía se mantiene. Mientras que ahora, siendo adultos, podemos generar otras reacciones más eficaces.
Generar sentimientos de autocompasión que nos van a permitir pensar en abandonar la autoexigencia desde una base segura. Para ello, ejercicios que nos llevan a vivir el Yo como contexto, es decir, que nos enseñan a experimentarnos más allá de nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones, son un buen comienzo porque ponen las bases para poder aceptar los sentimientos que nos genera nuestro miedo al rechazo.
Ejercicios como la relación con una imagen compasiva, que nos enseña cómo nos sentimos cuando somos aceptados incondicionalmente, nos ayudan a tomar la decisión de comprometernos a mostrar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones más genuinos en las relaciones con los demás, es decir, a ser como realmente somos con una auténtica determinación , abandonando la autoexigencia de cambiarnos para ser aceptados.
Consejos para aprender a reaccionar frente el miedo al rechazo.
Analizar la conducta que empleamos ante la amenaza de rechazo, por ejemplo, la sumisión o el ataque o la defensa pasiva, etc. y ver si es la alternativa más conveniente para afrontar la amenaza. Es posible que la autocrítica sea una estrategia aprendida en la infancia, que entonces fueron nuestra única salida, y todavía se mantiene. Mientras que ahora, siendo adultos, podemos generar otras reacciones más eficaces.
Generar sentimientos de autocompasión que nos van a permitir pensar en abandonar la autoexigencia desde una base segura. Para ello, ejercicios que nos llevan a vivir el Yo como contexto, es decir, que nos enseñan a experimentarnos más allá de nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones, son un buen comienzo porque ponen las bases para poder aceptar los sentimientos que nos genera nuestro miedo al rechazo.
Ejercicios como la relación con una imagen compasiva, que nos enseña cómo nos sentimos cuando somos aceptados incondicionalmente, nos ayudan a tomar la decisión de comprometernos a mostrar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones más genuinos en las relaciones con los demás, es decir, a ser como realmente somos con una auténtica determinación , abandonando la autoexigencia de cambiarnos para ser aceptados.
Consejos para aprender a reaccionar frente el miedo al rechazo.
Exponte
progresivamente. Si temes el rechazo social
lo más normal es que estés intentando evitar ese tipo de situaciones. Sin
embargo, para superar tu miedo es
crucial que hagas lo contrario y que te expongas. Para que esto funcione debe
ser progresivo. Empieza con situaciones que te provoquen poca ansiedad y a
medida que te acostumbres ves subiendo el nivel.
Sé consciente de lo que piensas. Además
de exponerte gradualmente es importante que detectes cuándo empiezan a aparecer
los pensamientos que te provocan el miedo al rechazo. Racionaliza las consecuencias que
te estás imaginando. ¿Qué riesgo real hay en ponerte a hablar con un grupo de
gente? Recuerda que no debes confundir los miedos
imaginarios con los miedos
reales.
Evita la profecía
autocumplida. Una
profecía autocumplida es una creencia errónea sobre una situación que hace que
la persona que la tiene actúe de forma que se termine cumpliendo, tal y como se
demostró en este estudio. Si
crees que un grupo de personas te va a rechazar probablemente te pongas
nervioso y a la defensiva. Este comportamiento es el que precisamente causará
que te rechacen, por lo que luego justificarás tu creencia: –¡Sabía que no
les iba a gustar! Así pues, cuidado con lo que piensas y evita estar
buscando constantemente señales de rechazo.
Empieza a buscar signos de que eres aceptado.
Utiliza afirmaciones positivas. Como has
visto en el punto anterior, en la vida a menudo recibes lo que esperas. Y esto
es especialmente cierto en las relaciones sociales. Resulta que cuando
conocemos alguien nuevo, si esperamos gustarles (por el motivo que sea),
tenderemos a gustarles más. Y viceversa
Preguntar por qué. A quien te ha rechazado (ya sea un cliente que no ha querido comprar, un amigo o la persona que te gusta) pregúntale amablemente si te puede explicar en dos minutos el motivo del rechazo. Pero no intentes agradarle de nuevo. Si accede a explicarte por qué, escucha con mucha atención. Descubrirás que muchas veces el motivo por el que te han rechazado no tiene nada que ver contigo.
Preguntar por qué. A quien te ha rechazado (ya sea un cliente que no ha querido comprar, un amigo o la persona que te gusta) pregúntale amablemente si te puede explicar en dos minutos el motivo del rechazo. Pero no intentes agradarle de nuevo. Si accede a explicarte por qué, escucha con mucha atención. Descubrirás que muchas veces el motivo por el que te han rechazado no tiene nada que ver contigo.
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