Miedo A La Intimidad Emocional : El Miedo A La Entrega.

Miedo a la Intimidad Emocional : El Miedo Que Paraliza.


"Los adictos a la evitación temen la intimidad porque están convencidos que se aprovecharán de ellos y se verían absorbidos y controlados por ella. Al mismo tiempo los adictos a la evitación temen verse abandonados. Puesto que no tuvo en su infancia contacto en su niñez con otro ser que aliviara su dolor, temor y vacío de abandono, no aprendió que una relación puede aliviar una experiencia de abandono. Evita ser conocido por el otro por su temor a ser usado, controlado o manipulado como lo fue en su infancia. Se reserva informar, dar todos los datos, descubrirse por completo llegando incluso a falsificar o manipular la información que da, le hace parecer poco transparente o tramposo."

Vencer el miedo a ser vulnerable: Miedo a la intimidad emocional: Miedo a decir lo que siento por miedo al rechazo, al abandono y a la pérdida


"Tengo miedo de que si realmente llega a conocerme , ya no le agrade"
 "Si aprendemos a aceptar nuestras cualidades buenas y las no tan buenas, y si tenemos más confianza en nosotros mismos ("No soy perfecto, soy humano y tengo defectos pero, en general, soy una persona digna de amor") nos sentiremos más cómodos cuando otros nos conozca. La Intimidad deja, entonces, de ser simplemente tolerable y pasa a ser valiosa, reconfortante y placentera."
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 El miedo al rechazo, al abandono y a la pérdida

¿Por que la perspectiva de tener intimidad emocional con otra persona produce aprensión? Después de todo, el verdadero amor - el hecho de tener una pareja que nos conozca y nos acepte, que nos ame por lo que realmente somos, es una experiencia incomparable. Por extraño que resulte, la verdad es que, en la práctica, muchas hombres y mujeres eluden la intimidad, que incluso puede resultarles aterradora. Muchos de nosotros no somos tan abiertos a la intimidad emocional como nos gustaría  creer, puesto que el amor, por maravilloso que parezca puede provocarnos un intenso temor al rechazo, al abandono y a la pérdida.

En primer lugar, al fin de sentirnos cómodos al amar y ser amados, tenemos que aceptarnos y amarnos a nosotros mismos. Si tenemos dudas acerca de nuestro valor, si creemos que las facetas ocultas de nuestra personalidad son malas o inaceptables, podemos temer que nuestra pareja nos juzgue con el mismo rigor con que nos juzgamos nosotros. Revelarse significa abrirse al juicio ajeno, ya sea positivo o negativo.

El miedo al abandono (" Por que revelarme, por que acercarme y amar tanto, si tarde o temprano va a dejarme. A menudo, este conocimiento de que "nada dura para siempre" provoca el recelo de entregarse plenamente a una relación. Pero hay algo que también resulta claro, y es la irónica realidad de que los hombres y mujeres que optan por aislarse de los riesgos normales que implica  el hecho de amar abiertamente, a menudo provocan el mismo abandono que tanto temen. Las personas que son demasiadas cautas, que temen la intimidad, con frecuencia inician un proceso de alejamiento emocional  y a la larga, de rechazo las mismas desgracias que tanto ansían evitar.

Hay personas que evitan o limitan la intimidad emocional por que recuerdan el extremo dolor que les causo la muerte de un ser querido. Cuando empiezan a sentir afecto por alguien, es como si oyeran una alarma interior:"No intimes demasiado"! Perderás a esa persona y tendrás que volver a soportar ese dolor!"

Cuando muere un ser querido, especialmente si se trata de la pareja de uno o de un progenitor, hay dos reacciones típicas. Algunos sufrimos profundamente la pérdida y luego, poco a poco, tratamos de llenar ese vacío mediante nuevas relaciones afectuosas. Para otros, la pérdida resulta tan desoladora que olvidamos las propiedades positivas del amor, sólo recordamos el dolor de la pérdida, el peligro inherente al hecho de amar a alguien. En este caso, el nuevo amor se ve empañado por el miedo a la pérdida. Es necesario resolver esas heridas pasadas ante de poder amar plenamente a otra personas.

En realidad, una relación de profundo afecto no implica el riesgo de rechazo, abandono o pérdida. La aceptación de nosotros mismos y la autoestima nos otorgan el coraje necesario para correr esos riesgos y  cosechar las maravillosas recompensas, de la intimidad emocional.

Miedo A La Entrega.

Cuando nos entregamos estamos en carne viva, sentimos intensamente y nos acercamos al más preciado tesoro: ser queridos incondicionalmente.
Cuando el amor se da en su plenitud y sentimos que todos nuestros aspectos son incondicionalmente aceptados entramos en un estado de paz que ayuda a que aceptemos todas nuestras partes y podamos experimentar el bienestar de sentirnos finalmente completos. Sin embargo no hay mapas para la aventura del amor, no sabemos por donde irá, no podemos encerrarlo o controlarlo, no podemos garantizar que el otro estará allí siempre. El otro es el otro y corremos el riesgo de ser heridos.

Llegar al bienestar de la intensa conexión que da la verdadera entrega inaugura la posibilidad de la pérdida de ese bienestar y así aparece el miedo. Este temor se representa en dos miedos básicos que aparecen en las relaciones íntimas: el miedo al abandono y a la invasión. Son temores que traemos desde nuestras primeras relaciones significativas y que la vida de pareja actualiza y aviva.


Allá lejos, cuando éramos niños aparecieron nuestras primeras frustraciones, es así que sufrimos las primeras sensaciones de no ser queridos de la manera que necesitamos, o de no sentirnos valorados lo suficiente. De la misma manera, según el comportamiento de nuestros padres, quizás hayamos sufrido el temor a ser invadidos emocionalmente. En cualquier caso buscamos los recursos para defendernos. Así creamos una «personalidad».

La personalidad puede ser vista como un intento de defendernos del dolor del abandono o del temor a la invasión. Es una construcción que crea estrategias para ser queridos o para no ser invadidos según sea el caso. Pero esa personalidad es una coraza defensiva que nos aleja de lo que sentimos, de nuestras necesidades, en definitiva, de nuestro ser.

La personalidad es frágil, es la que siente miedo a la entrega y si bien nos ayuda a funcionar en ciertos terrenos, en las relaciones íntimas puede convertirse en un freno que nos impide el contacto verdadero con el otro cuando, sin darnos cuenta, crea conductas que evitan la entrega ya que «si no me entrego no estaré sujeto a pérdida o a invasión alguna». La personalidad «nos defiende» de esa posibilidad con una estructura estable y predecible. En ciertos aspectos parece una ventaja tener una «personalidad estable» pero esa fortaleza y seguridad se va transformando en rigidez y temor a ser desestabilizado.

Y el amor nos desestabiliza, el amor da miedo porque no escucha nuestros razonamientos, sigue su propio camino, no lo podemos controlar, «perdemos la cabeza». Podemos escuchar al amor, podemos seguirlo, pero no podemos dominarle. Cuando nos abrimos a él lo hacemos a la posibilidad de perderle. Es así que el compromiso, la entrega al amor, nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad.
Hay mucho miedo a la vulnerabilidad, peleamos constantemente con ella, y vivimos añorando la invulnerabilidad. Hay una cultura donde se refuerza la noción de invulnerabilidad, sin embargo no hay camino de salida si no la aceptamos.

Si tenemos la fortaleza de reconocernos vulnerables dejamos de estar asustados y preocupados por lo que pueda pasar sino que nos entregamos blandamente a lo que la vida nos trae, porque en definitiva la vida pasa por donde ella quiere y no por donde nosotros la quisiéramos hacer pasar. En nuestra sociedad se confunde vulnerabilidad con debilidad, cuando en realidad se necesita mucha fuerza para reconocer que somos vulnerables.


En el caso del miedo a la invasión el camino que propongo es tolerar el disgusto del otro, poner límites y perder el miedo a decir que no. A veces esto implica trabajar con la omnipotencia ya que uno piensa (y los hombres en especial) que pueden resolver todos los problemas del otro. Sucede que uno no tiene el poder necesario para resolverle la vida al otro, no somos los dueños de su felicidad, especialmente cuando hablamos de antiguas heridas internas.

En cuanto al miedo al abandono se hace necesario desarrollar la confianza y la capacidad de espera, confiando que el otro estará allí. En el fondo del miedo al abandono está la sensación de no ser querida como uno necesita, de no ser valorada.

Es necesario no enojarnos con lo que nos pasa. Los miedos que se instalan son muy profundos. Cuando hay amor, porque estamos hablando de ese caso, cuando el amor está, no se trata de que los «hombres son fóbicos» o que «las mujeres son insoportablemente ansiosas» para citar algunos dichos bastante frecuentes. Estos juicios ubican a cada uno en el lugar de la «mala persona» cuando lo que hay detrás es un temor al dolor que suele ser mucho más intenso de lo que sospechamos. Son dolores que tocan en lo más profundo del ser humano y cada cual se protege a la manera que aprendió alguna vez, con la distancia, con la no entrega, con la desconexión o con la presión o la exigencia de determinadas pautas en la relación.

«Amarse con los ojos abiertos»  Silvia Salinas junto con Jorge Bucay

Comentarios

  1. El miedo a la entrega, a perder mi voluntad, a dejar de ser yo, me tiene a punto de perder al amor de mi vida ..

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  2. El miedo a la entrega, a perder mi voluntad, a dejar de ser yo, me tiene a punto de perder al amor de mi vida ..

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  3. Estupendo artículo, ¡muchísimas gracias!

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  4. Yo quisiera hacer un paralelismo. No me sucedo con las parejas, me sucede con los nuevos amigos. Pero es lo mismo, el miedo a la invasion, el miedo al abandono.

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