AFRONTAR EL MIEDO A LA OSCURIDAD EN NIÑOS CON UN CUENTO
"Marina
era una niña que tenía mucho miedo de la oscuridad. Al apagarse la luz,
todas las cosas y sombras le parecían los más temibles monstruos. Y aunque
sus papás le explicaban cada día con mucha paciencia que aquello no eran
monstruos, y ella les entendía, no dejaba de sentir un miedo atroz.
Un día
recibieron en casa la visita de la tía Valeria. Era una mujer increíble,
famosísima por su valentía y por haber hecho miles de viajes y vivido cientos
de aventuras, de las que incluso habían hecho libros y películas. Marina,
con ganas de vencer el miedo, le preguntó a su tía cómo era tan valiente, y
si alguna vez había se había asustado.
- Muchísimas
veces, Marina. Recuerdo cuando era pequeña y tenía un miedo terrible a la
oscuridad. No podía quedarme a oscuras ni un momento.
La niña se
emocionó muchísimo; ¿cómo era posible que alguien tan valiente pudiera haber
tenido miedo a la oscuridad?
- Te contaré un secreto, Marina. Quienes me ensañaron a ser valiente
fueron unos niños ciegos. Ellos no pueden ver, así que si no hubieran
descubierto el secreto de no tener miedo a la oscuridad, estarían siempre
asustadísimos.
- ¡Es verdad!
-dijo Marina, muy interesada- ¿me cuentas ese secreto?
- ¡Claro! su
secreto es cambiar de ojos. Como ellos no pueden ver, sus ojos son sus manos.
Lo único que tienes que hacer para vencer el miedo a la oscuridad es hacer como
ellos, cerrar los ojos de la cara y usar los de las manos. Te propongo un
trato: esta noche, cuando vayas a dormir y apagues la luz, si hay algo
que te dé miedo cierra los ojos, levántate con cuidado, y trata de ver qué es
lo que te daba miedo con los ojos de tus manos... y mañana me cuentas cómo es
el miedo.
Marina aceptó,
algo preocupada. Sabía que tendría que ser valiente para cerrar los ojos y
tocar aquello que le asustaba, pero estaba dispuesta a probarlo, porque ya
era muy mayor, así que no protestó ni un pelín cuando sus padres la acostaron,
y ella misma apagó la luz. Al poco rato, sintió miedo de una de las sombras
en la habitación, y haciendo caso del consejo de la tía Valeria, cerró los
ojos de la cara y abrió los de las manos, y con mucho valor fue a tocar aquella
sombra misteriosa...
A la mañana
siguiente, Marina llegó corriendo a la cocina, con una gran sonrisa, y
cantando. "¡el miedo es blandito y suave!... ¡es mi osito de
peluche!"
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