NUESTRA MADRE ASPECTO SAGRADO DE VIDA .....
La felicidad empieza muy temprano, empieza con la
madre y se sigue manteniendo en la relación con ella. El camino de la felicidad
se interrumpe cuando perdemos el contacto con la madre, . Se puede observar, por ejemplo; yo
lo hago a veces cuando miro la televisión, miramos a los actores o a los que
están hablando, y entonces mi mujer pregunta: "¿Cuál es la relación de éste con su madre?" Se puede
ver enseguida, el que está en conexión con su madre brilla, tiene una expresión
de alegría y es amado por otros, eso se nota fácilmente; o cuando uno viene y
dice que no está feliz, entonces yo pregunto por su madre, por su relación con
su madre. Yo tengo en mi corazón a la madre de esta persona ya presente con
respeto y como yo respeto a su madre puedo llevarlo hacia su madre y de pronto
comienza, también, a radiar, a brillar. éste es un camino a la felicidad.
¿Es reparable la relación con la madre? Ya que para
muchos es una relación de conflicto.
Los conflictos son necesarios. Muchas relaciones con
la madre están bloqueadas porque tenemos expectativas con respecto a esa
persona que va más allá de lo que se puede esperar de un ser humano; y si los
padres fueran perfectos, si la madre fuera la ideal, nosotros no seríamos
capaces de vivir, no tendríamos la fuerza para vivir. Somos capaces de vivir
porque nuestros padres tienen errores. Eso es lo que nos introduce en la
verdadera vida, o sea, amamos a nuestros a padres así como son, tal cual como
son, y así nos volvemos felices.
Estaba pensando, si todo lo que nosotros recibimos de
nuestros padres, cosas que nos duelen por ejemplo, ¿todo es perdonable?
Un hijo que está perdonando, está acusando al mismo
tiempo a los padres, se está poniendo por encima de ellos, y pierde a los
padres, su suerte y su felicidad. Todo lo que sucede en cuanto lo puedo
aceptar, decir que sí, así como fue se convierte en una fuerza; en cuanto lo
rechazo o lo perdono quedo débil, me pongo por encima y la vez quedo pequeño.
¿La aceptación no es ponerse por debajo en una
situación, entonces?
No lo estoy aceptando, le estoy diciendo que sí, si
lo acepto así soy pasivo, cuando le digo que sí soy activo y al decir que si
algo se transforma, al aceptar no se transforma nada. Es una diferencia
importante.
Si en mí existiera un brillo por el tipo de relación
que tengo con mi madre, ¿qué le pasaría a mi madre para conmigo?
Ella por supuesto también está feliz; sobre todo se
abre el corazón de la madre y su amor puede fluir hacia ti, las dos van a estar
felices.
Había una vez un hombre que me dijo que su madre lo
odió cuando era pequeño y ella vivía muy cerca de donde era este curso;
entonces le dije: "vete a
visitarla". Al otro día volvió, estaba radiante y le dije: ¿pero qué hiciste?, fui y le dije a
mi madre: "estoy contento de que
me pariste...", y la madre brillaba, radiaba y él también. Tan
fácil es la felicidad.
¿Cómo nos preparamos entonces, para ser buenas
madres, o ser de las madres que queremos brillar en los ojos de nuestros hijos?
Con la idea de cerrar esta nota, quería preguntar
acerca de cómo queda el lugar del padre, ya que hablamos solo del lugar
femenino ¿El padre se reivindica, tiene protagonismo o por el simple hecho que
la madre ocupa el lugar que tiene que ocupar esto se da por añadidura?
Sí, el padre está en segundo lugar. Pero hoy día los
padres están muchas veces excluidos, y el padre que está excluido pone triste a
la madre, la hace infeliz. Para que la madre sea feliz ella tiene que respetar
y amar al padre y eso no siempre es muy simple porque los hombres son
distintos, los tenemos que amar así como son: distintos. Y los niños necesitan
al padre, porque para la felicidad es necesario que ellos puedan tener al
padre. Entonces niños felices son aquellos que son mirados por la madre y, la madre
a través de este niño ama también al padre; y el padre mira a los hijos y a
través de ellos ama también a la mamá. Ese tipo de niños son felices.
Bert Hellinger
Nació en Alemania en 1925, estudió Filosofía,
Teología y Pedagogía. Durante 16 años trabajó como misionero de una orden
católica en Sudáfrica. Más tarde se graduó como psicoanalista y a través de la
Dinámica de Grupo, la Terapia Primaria, el Análisis Transaccional y diversos métodos
de Hipnoterapia llegó a desarrollar su propia terapia sistémica y familiar. Su
método de configurar Constelaciones Familiares enfocado directamente hacia la
solución le valió el reconocimiento como uno de los terapeutas claves del mundo
psicoterapéutico actual.
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