El Árbol como Instrumento Proyectivo En Los Dibujos .
Los dibujos son expresión de aquello que el sujeto
siente. La realización de dibujos constituye una de las muchas formas del
lenguaje simbólico, que moviliza niveles relativamente primitivos de la
personalidad. Las personas tienden a expresar en sus dibujos, a veces en forma
bastante inconsciente y a veces, involuntariamente, una visión de sí mismos tal
como son o tal como les gustaría ser.
Cada dibujo constituye un autorretrato proyectivo a
diferente nivel. La persona es la imagen de nosotros mismos más cercana a la
conciencia por este motivo es donde más mecanismos de defensa se pueden
apreciar. En la casa proyectamos la situación familiar y en el árbol el
concepto de Yo más profundo.
Para realizar correctamente esta prueba, el dibujo
debe hacerse en un ambiente tranquilo y relajado, en el que la persona se
sienta cómoda, con una luz adecuada y en silencio.
Muchas de las significaciones aquí indicadas remiten
a impulsos, ansiedades y defensas (los impulsos engendran ansiedades, y estas a
su vez defensas). Respecto de estas últimas, las hay normales o adaptativas, y
patológicas o no adaptativas.
La expresión a través de los dibujos. Las figuras simbólicas de algunos elementos pueden y debieran ser vista como representaciones del inconsciente colectivo en su afán de abrir una brecha desde lo profundo de la psique hacia la luz , elementos que , a mi entender , desempeña la misma función psíquica dentro del mundo inconsciente y colectivo humano.
El árbol es,
sin duda, uno de los instrumentos proyectivos más simples de efectuar por parte
de niños, jóvenes y también adultos. Normalmente no hay las resistencias que
pueden aparecer con el test de la familia u otros que representan figuras
humanas.
Dibujar un árbol es, a simple vista, inofensivo,
inocuo, poco intrusivo, por tanto, suele ser muy bien aceptado, incluso para
aquellos niños que no dibujan bien.
Pero detrás de la simpleza del árbol van apareciendo
plasmados en el papel los diferentes elementos básicos que configuran la
estructura del propio “yo”. El árbol toma la personalidad del autor y nos deja
contemplar la riqueza de su paisaje personal y sus matices. Es un lienzo único
que refleja la verdadera esencia de quien lo ha dibujado.
Puede aplicarse a cualquier edad, si bien, en el caso
de los niños más pequeños, es a partir de los 5 o 6 años, coincidiendo con la
consolidación de las habilidades básicas de dibujo, cuando adquiere mayor
relevancia ya que es cuando el árbol aparece con todos sus elementos.
Se invita a
que se efectúe el dibujo de un árbol cualquiera, el que él desee y se le da la
posibilidad de colorearlo si quiere. No hay que darle ninguna idea acerca de
cómo debe ser el árbol. El debe plasmarlo sin ninguna influencia externa. “Puedes dibujar el que tu quieras y como
desees”.
a) Raíz y suelo
. Las
raíces representan un elemento de vital importancia. Tienen la doble función de
proveer de alimento y energía al árbol a la vez que le sirven de firme sostén
adentrándose en las entrañas de la tierra. Constituyen también el elemento oculto.
La transición entre las emociones más intimas y el mundo exterior.
La raíz suele asociarse a la parte más instintiva, de
sentimientos más primarios, correspondería a lo que Freud denominó “Ello”.
El suelo constituye el principio de contacto con la
realidad. Es el punto desde el que el tronco emerge para sobrevivir en el medio
externo.
A partir de los 9 o 10 años (antes suele ser omitido)
el trazo de un suelo firme puede asociarse a firmeza, seguridad, convicción en
las ideas propias. Contrariamente, cuando el suelo no está presente
significaría, inestabilidad, inseguridad, dudas, falta de arraigo, necesidad de
encontrar su propio espacio.
Unas raíces proporcionadas y bien dispuestas en la
base del tronco suponen seguridad, buen contacto emocional con la familia. El
niño se siente querido. Cuando se omiten (a partir 8 o 9 años aprox.) y en
función del tamaño del tronco, pueden señalar fragilidad, temor, miedo al mundo
externo.
b) Tronco
. Es
el elemento más identificado con el “Yo”. En él han de plasmarse la percepción
que uno tiene de sí mismo y también el grado de seguridad o confianza que se
tiene para afrontar los retos del mundo externo. Los troncos débiles,
estrechos, irregulares, bajos o deformes muestran un carácter débil,
influenciable, que afronta con temor un mundo externo que es asumido como
hostil. Por tanto, el tronco débil puede ser un indicador de problemas
emocionales.
Muchos niños con grandes carencias afectivas o que
han sido objeto de maltratos, suelen pintar un tronco con un agujero en medio
para simbolizar inconscientemente su vacío emocional.
c) Las ramas y la copa
. Las ramas, las hojas y demás elementos de la parte
superior del árbol constituyen las estructuras que se alzan sobre el tronco
(sobre el “Yo”) y revelan la calidad e intensidad de las relaciones hacia el
mundo exterior. Puede interpretarse como símbolo de los brazos y de la
dirección de las aspiraciones. También del estado de ánimo actual.
Según su forma nos describirán a una persona que se
adapta al exterior, se comunica eficazmente con los otros o, por el contrario,
adopta una posición de retraimiento y defensa de su propio ego ante las
amenazas externas.
En algunos dibujos (en especial, la de los niños más
pequeños) las ramas pueden ser sustituidas por la copa. En otros aparecen
conjuntamente. La copa, según algunos autores (Mauricio Xandró en Tests Gráficos),
se relaciona con el autoconcepto y el mundo de las ideas. En este
elemento se reflejarían además posibles conflictos actuales.
En cuidado emocional puedo acompañarte a descubrirte a traves de los dibujos de una forma relajada, distendida , divertida y con la garantía de contención , sostén y apoyo .
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