METÁFORA DEL AUTOBUS DE PASAJEROS

LA METÁFORA DEL AUTOBÚS Y LOS PASAJEROS.

Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.

Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciéndole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo.

Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.

De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos.


Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.

Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver.

¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús¡ Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted.


Tenemos varias alternativas de comportamiento en esa situación:

1.     Hacerles caso y torcer, parar, o lo que digan. Pero no llegaremos nunca a donde queremos ir. Sabemos que, si les hacemos caso, tendremos un alivio inmediato, pero abandonaremos muchas cosas importantes en nuestra vida, lo que nos harán sufrir indeciblemente.

2. Establecer una lucha con el pensamiento. Discutir y decirle que es mentira, que aquello no va a ocurrir. Estamos discutiendo con nuestra mente que es, al menos, tan lista como
resultado nos dejan exhaustos. Además, nos distraeremos de la carretera y podremos tener un accidente .O intentamos echarlos del autobús para no escucharlos. De nuevo tendremos que parar para quitarlos de en medio o correremos el peligro de tener un accidente. También, podemos luchar físicamente contra ellos, intentando quitárnoslos de encima para que las sensaciones que nos hacen sentir no dificulten nuestra conducción. Así, una vez más, nos pondremos en peligro.

2.     Aceptar, es decir, escuchar su amenaza, sentir cómo se agarran a nuestro cuerpo, sintiendo el miedo que nos produce lo que nos dicen, sabiendo que es muy posible que lleven razón, y, pese a todo, no hacerles caso; no llevando a cabo las acciones que nos proponen para evitar la catástrofe que nos predicen. Es decir, no torcer, arriesgarnos a encontrar el desastre que nos afirman que ocurrir carretera adelante. No podemos dejar de escucharles porque chillan mucho, y tampoco podemos quitárnoslos de encima, pero se trata de seguir conduciendo por la carretera por la que queramos ir. Si aprendemos a conducir en estas adversas condiciones, llegaremos a donde queremos y, quizás eventualmente, los pasajeros se cansen de darnos la lata, porque no consiguen nada, y se sienten tranquilos en el fondo del autobús, aunque de vez en cuando vuelvan a darnos la lata.

En la metáfora del autobús, la alternativa de la aceptación consiste en escuchar la predicción catastrófica de nuestros pasajeros sin discutir, no hacer lo que los pensamientos nos dicen que hagamos, y seguir adelante por nuestra ruta en el autobús, aunque no tengamos ganas, aunque nuestras sensaciones nos digan que nos vamos a conseguir nada, que no merece la pena. Se trata de seguir haciendo lo que para nosotros es realmente importante en la vida, sin desviarnos, sin intentar evitar lo que nos dice nuestro pensamiento y lo que nos hace sentir, es decir, escuchando, sintiendo y sin desviarnos de la ruta que deseamos seguir.


En cuidado emocional puedo acompañarte a descubrirte  a través de los dibujos de una forma relajada,  distendida , divertida   y con la garantía de contención , sostén y apoyo .



Fuente: “Terapia de aceptación y compromiso”, (Hayes, et al, 1999)












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